Susana Rodríguez Rivas

Muy fugaz, brevísima, fue la trayectoria deportiva de esta mediofondista nacida el 17 de noviembre de 1972 en la preciosa localidad gaditana de Tarifa, pese a cual, tuvo el privilegio de disfrutar de los Juegos Paralímpicos más especiales de cuantos ha vivido el deporte español: Barcelona 1992.

Segunda de tres hermanas –Rosa es la mayor y Juana la menor–, Susana Rodríguez nació con un glaucoma congénito de modo que desde muy pequeña estuvo bajo el amparo académico de la Organización Nacional de Ciegos Españoles en la cercana ciudad de Algeciras. Cobertura formativa y también deportiva, ya que nuestra protagonista se inició muy pronto en las actividades atléticas que el centro algecireño de la ONCE fomentaba entre sus afiliados, de tal forma que el técnico de rehabilitación básica de la institución, José María García del Castillo, pudo detectar pronto las capacidades de la tarifeña para la carrera.

Bajo la tutela de Pepe Castillo Susana realizó la primera parte de su aprendizaje hasta que, después de detectársele un problema cardíaco, se consideró oportuno su traslado a Madrid para controlar la evolución de la dolencia. Así pues, nuestra biografiada dejó Tarifa, Algeciras y su primer entrenador para comenzar una nueva vida en la capital del país, vinculada a la Delegación Territorial de la ONCE de Madrid y retomando sus estudios en el Instituto Luis Braille, en Coslada.

Paralelamente y en el ámbito atlético, dada su nueva residencia, entró de lleno en el grupo de entrenamiento del técnico nacional de atletismo para ciegos y deficientes visuales, Eleuterio Antón, repleto de savia nueva, jóvenes deportistas que se preparaban para los inminentes Juegos Paralímpicos de 1992. Susana fue una más en aquel pujante equipo y, tras acreditar las marcas exigidas y medirse internacionalmente a satisfacción en triangulares previos a las Paralimpiadas, fue finalmente elegida para competir en Barcelona nada menos que en tres pruebas de medio fondo. Una carga quizás demasiado elevada para una atleta que aún no había cumplido los 20 años.

La gaditana debutó el 4 de septiembre sobre la pista del Estadio Olímpico de Montjuich en la final directa de los 1.500 metros –todas sus pruebas carecieron de eliminatorias. Con un plantel de solo siete participantes, la corredora andaluza llegó a meta en 6.ª posición con un tiempo de 5:21.92, en tanto que la campeona, Rimma Batalova, del Equipo Unificado, hizo 4:47.86.

Dos días más tarde, únicamente cinco atletas se presentaron en los 3.000 metros y la más rápida fue la americana Pamela McGonigle (10:40.21). Un minuto después entró en meta nuestra protagonista con un tiempo de 11:45.18, marca que permanece como récord nacional, en la 4.ª posición.

Por último, el día 11, la andaluza acabó 6.ª (2:31.39) en la final de 800 metros, que congregó a siete corredoras y donde, con un tiempo de 2:17.43, se impuso Batalova, una leyenda del atletismo adaptado, poseedora de 17 medallas, trece de ellas de oro, en pruebas que van desde los 100 a 3.000 metros en seis Paralimpiadas, de 1988 a 2008.

Tras la experiencia paralímpica, Susana Rodríguez abandonó totalmente el atletismo de alto nivel y dedicó su tiempo a otros aspectos de la vida, siempre en Madrid, ciudad que nunca ha abandonado y en la que permanece, trabajando en la ONCE.

Biografía cerrada a 31 de marzo de 2018 y extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y Jose Manuel Rodríguez Huertas